Volvemos al ataque, por que la vida hay que defenderla con uñas y dientes desde el principio.

Durante unos meses Vida Selección ha estado parado, pero latente. Hoy, comenzamos de nuevo la andadura y lo hacemos con un repaso de algunas de las publicaciones que pretenden demostrar que el sexo es algo bueno, gozoso y necesario… pero que no podemos convertirlo en moneda de cambio de intereses personalistas, ideológicos y desnaturalizadores.

amor-y-sexoPrimer libro recomendado, una novedad (2015):  Sexo, con alma y cuerpo. La cuestión es que tienes preguntas y te planteas: ¿es posible esperar hasta el matrimonio para tener una relación sexual? ¿Hoy se puede defender algo así? ¿Se puede proponer y vivir algo tan extraño, tan difícil de realizar? ¿Qué sentido tiene? ¿Por qué la Iglesia es tan tozuda? ¿No se dan cuenta los curas y el Papa de que se han quedado solos? ¿De que el mundo, la tele, los intelectuales, Hollywood y hasta mi bisabuela se ríe de ellos y no les hace ni caso?

Segundo libro recomendado, un imprescindible (2010): La profundidad de los sexos. ¿Qué son esos sexos que creemos conocer tan sobradamente? Contra todo dualismo (también contra todo proyecto técnico que reduzca el hombre a un material), este libro quisiera reconocer el espíritu que se da en la carne misma.

Tercer libro recomendado, un clásico (2005): Un momento inolvidable. Vivir plenamente la afectividad, el amor y la sexualidad. La sexualidad, omnipresente hoy día en nuestra sociedad, es mucho más que el mero placer físico. Un libro que habla de la sexualidad como algo más que sólo sexo. Jokin de Irala -su autor- no sólo pretende responder los interrogantes habituales que se plantean los jóvenes antes de entregarse a través de la sexualidad, sino que desea aportar también soluciones sencillas a los problemas que con más frecuencia encontrarán en sus inicios.

Cuarto libro recomendado, uno básico (2014): Retorno al Pudor. No pocos hombres y más mujeres se quejan hoy de una pérdida de intimidad y de profundidad en las relaciones de pareja. Quizá lo que echamos en falta es algo que naturalmente poseemos, el pudor, y que, como en otros desastres medioambientales, estamos arruinando con una sexualidad expeditiva e irresponsable.