zzEn esta ocasión tocamos de un tema profundo y cotidiano; de todos y de nadie; único y de todo el mundo. Hablo de la familia. Sí, esa célula social que ningún político mira excepto en periodos preelectorales o para cuando las instituciones públicas la quieren destruir desde leyes ideológicas interesadas, y no precisamente en el bien común. La familia es ese espacio del que todos venimos y que tarde o temprano la mayoría vuelve a ella formando la propia.
Un autor que tiene al menos dos títulos muy actuales sobre la familia: José Javier Ávila (1960). Con unas cuántas décadas de experiencia en el mundo de la educación y en la relación con los adolescentes y el trato con sus padres. Un amplio tiempo de relaciones interfamiliares con problemáticas comunes y otros no tanto. Lo mismo ha trabajado en casos de éxito como en situaciones de verdadero fracaso familiar. Esa oportunidad profesional le ha llevado a desarrollar un fino olfato sobre cómo ayudar a la familia desde dentro. A Ayudar no desde las instituciones, que una y otra vez se empeñan desde las nefastas políticas sociales de partidos y a fines, entrometiéndose en la intimidad del reducto más privado de la persona como es la familia, diciendo qué deben hacer los padres y retirándoles en muchos casos la autoridad respecto a los hijos, como por ejemplo la libertad de elegir el tipo de educación que ellos como progenitores desean para sus hijos, que por eso también pagan sus facturas, son responsables de sus «travesuras» cuando son menores y dan la vida por ellos.
100 maneras poner las pilas a tu familia (Rialp, 2013) surge de la necesidad de padres y educadores, de saber cómo unificar criterios de educación. Ávila hace un vademécum completo, no científico, que se convierte en una obra donde el sentido común se desborda y es precisamente la sencillez de las ideas madre de la vida misma lo que da sentido al sentido común, valga la redundancia. Quizá deberían avergonzarse las dos últimas generaciones de padres* de que alguien venga a recordarles que virtudes -ahora lo llaman acomplejadamente valores- como el orden, el respeto, la laboriosidad, la higiene, agradecer lo recibido o que la autoridad paterna… son la base irrenunciable de una buena travesía en la vida de familia. Cien -100- recetas imprescindibles que nos marcan una ruta saludable y que ayuda a crear un cuadro familiar equilibrado donde cada uno tiene un sitio en casa, pero a diferencia de la silla del comedor o la mesilla de noche, las personas son espacios de vida irreemplazables que cuando no están en su sitio no se puede volver a rellenar de cualquier manera. Padres e hijos, abuelos y familiares, compañeros y vecinos, amigos y conocidos, los que caen bien o mal… Todos forman parte de la formación de nuestros hijos y todos deben estar circunscritos a un conocimiento común, sobre todo de sentido común. Este libro de Cien maneras de poner las pilas a tu familia es una buena guía que debieran leer -ahora sí- el padre y la madre al unísono.
Cincuenta maneras de mejorar a tu familia (Rialp, 2015) aparece 2 años después a rebufo de su primer libro en esta especie de de recetarios de vida en familia de la que José Javier Ávila parece que se ha convertido en un experto. Pero surge, no como algo espontáneo como si pudo suceder con el anterior, si no más bien de la reflexión que ha provocado en muchos la primera parte -por llamarlo de alguna forma-. Alumnos, matrimonios, profesores, orientadores de familia… todos han sugerido y opinado y el autor ha recogido con buen gusto haciéndolo útil a todos, no solo a aquellos interesados. En el fondo este título es un manual del usuario ampliado del anterior que ahonda de forma más concreta en los mismos temas que el anterior u otros similares, quizá ahora es más puntilloso, pero sin salirse de la línea de la observancia del amable sentido común que tan poco cotiza hoy en las relaciones de todo tipo. Cincuenta maneras de mejorar a tu familia es un buen amigo de padres preocupados por la marcha de la familia y del crecimiento en libertad de cada uno de los miembros que la componen. El propio autor razona la cuestión desde el punto de vista mecánico: Si no hay mantenimiento, las cosas se oxidan, y dejan de funcionar correctamente… En efecto, revisar comportamientos en las diferentes etapas de la educación sin perder de vista la base de toda buena educación: libertad, respeto, autoridad.
Si cree que no son libros para usted, solo me queda darle la enhorabuena; pero seguramente, desde su envidiable perfección personal, sabrá de alguien a quién recomendárselo.
(*Nota del autor: cuando digo «padres» no pienso añadir «madres». En castellano no es necesario ser tan cursis y como tenemos un idioma maravilloso que es inclusivo, el masculino se convierte en neutro y define ambos sexos. Si alguien tiene dudas sobre este asunto puede consultar la RAE AQUÍ)