Desde Juan pablo II hasta nuestros días con Benedicto XVI la Iglesia es una máquina de hacer dinero, sobre todo para los que la atacan y la quieren convertir a diario en piedra de escándalo. Sin ir más lejos la última estancia del Santo Padre en La Coruña y Barcelona (ambas España) o las últimas tergiversaciones que pretender maliciar los escritos de Benedicto XVI sobre los preservativos, son una muestra más.
La realidad es que la noticia saltó a los medios como si se tratará de un abordaje al Vaticano, donde los defensores del uso del preservativo trataban de pillar por fin en un renuncio al Papa. Otros debieron celebrarlo porque por fin podían seguir haciendo lo que ya hacían, pero ahora con «permiso», pero ninguno dio su brazo a torcer pensando en que por fin la Iglesia es progre y abierta a todos, como desarían muchos católicos disidentes y otros muchos que ni lo son, ni lo fueron, ni lo serán. Cuando la sociedad lleva décadas estandarizando el uso del condón y la libertad, haciendo de su sexualidad un artículo de consumo que nada tiene que ver con la dignidad del ser humano, la Iglesia se muestra de nuevo clarificadora y misericordiosa y explica que sólo en casos muy excepcionales el uso del preservativo es un acto tolerable, pero que en cualquier caso deshumaniza la relaciones de amor que deben darse entre hombre y mujer por cegar las vías naturales de la procreación. El resto es hacerse de la capa un sallo. LA agencia de prensa ACEPRENSA apoyado en la información de L’Osservatore Romano a través de su Oficina de Prensa de la Santa Sede, explica con claridad lo que se ha dicho y rechaza toda interpretación libre para querer tener razón.
La editorial Sekotia lanzó La vivencia de la sexualidad, de manos de la doctora Mercedes Rodríguez, precisamente en un momento en que las competencias sociales y políticas frivolizaban con el uso del cuerpo dando carta de bondad a la libertad de los actos sin medir las consecuencias. Entonces la promoción de condones regalados en institutos, fiestas y manifestaciones se conviertieron en la tarjeta de visita del buen hacer «responsable». Posteriormente se denunción la falta de formación sexual (¡hoy también, nunca acabamos de estar bien informados!) y como conclusión fue abrir la mano del aborto y el uso de la PDD como remedio indispensable para seguir gozando de la libertad personal.
Hombres y mujeres somos un complemento biológico y necesario para la continuidad de la especie. Pero hombres y mujeres vamos más allá de la mera procreación, máximo posible en las especies animales no racionales. Las personas somos sobre todo seres sociales, relacionales y la sexualidad influye en ambos de manera decisiva. Conocer nuestra identidad sexual, las dos posibles, las dos reales, —no las que convienen como opción—, es necesario para crecer con uno mismo y los demás.
La vivencia de la sexualidad es un libro herramienta porque explica lo que no cuentan otras «guías para chicos y chicas» o ciertos gurús con cierto eco social. Escrito para mentes cultivadas o para personas con menos conocimientos, pero en cualquier caso, es un libro necesario que suscita el interés del conocimiento sexual y/o para darlo a conocer.
Ana Mercedes Rodríguez (Nace en Badajoz, 1950) es Médico-Sexóloga, Master en Sexología y Terapeuta Sexual, Familiar y de Pareja. Miembro y experto consultor del Subsecretariado Familia-Vida. Directora de IMENA (investigación de métodos naturales) y revistas especializadas. Ha publicado El Matrimonio, Ed. Ciudad Nueva (Madrid 1998) y Educación sexual. Guía práctica. Ed. Ciudad nueva (Madrid 1999). Una visión desde la consulta del terapeuta sexual. Universidad Complutense (Madrid 1997). Y durante años participó en la tertulia radiofónica Hablemos de sexo, en la Cadena COPE.