Hoy en día, muchas personas se están dando cuenta de que la política se ha convertido en un enorme cepo social, dominado por lo políticamente correcto y algunas leyes injustas; todavía hay una mayoría bien pensante que considera que son observaciones exageradas y apocalípticas.
Sin embargo es que la realidad es que es muy difícil frenar la inercia que la ideología de género ha proporcionado a la sociedad desde los medios de comunicación y a los juzgados desde la legislación. La agenda de género es amplia y poliédrica. Es amplia en cuanto a sus objetivos y las enormes orillas a las que quiere llegar, porque no olvidemos que es global para alcanzar la imposición de un nuevo orden mundial. Y es poliédrica porque solo así llega a cubrir la desbordante antropología natural del ser humano.
Y también tienen herramientas impositivas que pretenden tapar o frenar de alguna forma a los disidentes que no se dejan manipular fácilmente. Estoy hablando de los Principios de Yogyakarta. Es posible que nunca jamás haya oído hablar directamente de ellos, pero cuando ahora los descubra comprenderá porque los lobbies, los políticos y las leyes empujan en determinada dirección con legislaciones o proyectos sociales que son chocantes hasta que son admitidos por el hastío y la demolición del más común de los mortales. Los Principios de Yogyakarta consisten en un listado de 29 dictados para la aplicación de la ideología de género y llegar, si no a la conciencia, sí a la obligación impositiva y modificar costumbres o tradiciones en todo el mundo, que procuren la libre elección de género, identidad u orientación sexual. [Puedes leer el artículo entero aquí]
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